martes, 2 de octubre de 2012

El quiosco de Otero.

En 1976 trabajaba en los talleres de "Gráficas Pontevedra", al lado de la que conocíamos como "estación nueva" (la actual). Todos los días cogía el autobus que me llevaba hasta la estación y que salía desde el despacho de billetes que RENFE tenía en Las Palmeras junto a la Cafetería Blanco y Negro. Todos los miércoles y jueves, antes de coger el bus, me acercaba hasta el negocio de prensa y revistas de Sebastían Otero Nieto, o como se le conocía popularmente "Periódicos Otero", y allí vestido siempre con su bata azul y sus guantes me dejaba leer en aquellas frías mañanas otoñales la "crónica" que salía en el Diario de Pontevedra del partido que había jugado el fin de semana en La Junquera. Allí, recién llegado de los talleres que la Cooperativa de Producción tenía en Secundino Esperón, y aún oliendo a tinta, se me iluminaba la cara viendo mi nombre impreso en aquélla inmensa sábana que era el periódico, cuando un servidor con quince años jugaba en la base del Pontevedra CF, ¿qué chavalín ganásteis...?, me preguntaba el bueno de Sebastián siempre. A otros muchos rapaces de entonces les dejaba leer los tebeos sentados en aquellas escaleras que subían hacia el despacho de abogados que había encima del quiosco, y a otras, les dejaba llevar el "Hola" para ojearlo en casa, claro está que sin estropearlo mucho.
Sebastián fue un niño de A Moureira, aunque también vivió en el barrio de A Seca. Trabajó de jóven como hojalatero a las ordenes de Leopoldo Rey y en 1948 se casó con la que fue su mujer de siempre, Matilde González García "Tucha", en Lérez oficiaron el "si, quiero" delante de Don Leandro el párroco del Monasterio, tuvieron dos hijos, Quique y Dori y a finales de la década de los 50 decidieron que tenían que tener su propio negocio, un puesto de venta de prensa y revistas. Allí alquiló un pequeño mostrador, que antes había sido mercería, en un portal del final de la calle Oliva, o inicio, según se mire. Pasó durante bastante tiempo jornadas de muchas horas durante los siete días de la semana hasta que sus hijos se hicieron mayores y pudieron echarle una mano para que el buen hombre por lo menos pudiera ir a comer a casa.
En 1991 se jubilaba con 70 años y traspasó el negocio que había iniciado con mucho esfuerzo en 1959. No hace mucho, un 22 de diciembre de 2006, cuando toda España estaba pendiente de los números que cantaban los niños de San Ildefonso, se nos iba  Sebastián sin hacer mucho ruido. Dos años antes lo había hecho su mujer de toda la vida, Tucha.
Este año que acaba le concedieron el premio "Ciudad de Pontevedra" a Mercedes, la propietaria de otro de los negocios históricos de nuestra ciudad "quiosco Manolo", cuatro portales más allá de donde lo tenía Sebastián, por eso desde aquí este pequeño recuerdo para Otero porque personas como él son las que conforman la historia de nuestra ciudad, la de sus gentes.

El quiosco que Otero regentó durante 32 años en la calle de la Oliva.
Foto: Del libro "Pontevedra, o día que perdemos o mar" de Victor F. Freixanes.

4 comentarios:

  1. ¡Qué buena gente Sebastián Otero!Yo fuí uno de los "chavalines" a los que nos dejaba leer tebeos en el kiosko.Una gran persona Sebastián Otero.

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  2. Sebastian fué siempre una excelente persona que también " sufrió" de alguna manera las " persecuciones" del regimen de Franco.
    Tanto el como su mujer y sus hijos fueron y son unas personas excelentes y trabajadoras que siempre desearon el bien ajeno.

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  3. Yo fuí cliente de Otero y a veces teníamos unas parrafadas, pues era hombre de izquierdas. No sabía de su muerte y lo siento.

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  4. soy pedro,el chico de la izquierda de las dos señoras que estan en la foto,son mi madre y mi abuela.
    otero fue una persona que siempre se porto muy bien con mi familia y se lo agradezco mucho.
    gracias por aportar esta foto aunque no hiba dirigida a mi me alegro mucho recordar viejos momentos.

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