Ya van para 22 años desde que nos dejó Carlos Saburido. Siempre que nos juntamos en tertulia los antiguos "futboleros" en la conversación sale la figura del que fuera "gran delegado" del Pontevedra CF. En mis recuerdos con Carlos mi primer "cheque" cobrado por ganar un partido con el Pontevedrés en Pasarón y y como Saburdio metía el talón en aquélla máquina Olivetti que tenía en su minioficina de Benito Corbal y como tecleaba en aquel recibo del Banco de Madrid: "Páguese al portador la cantidad de 500 pesetas". Faltó tiempo para bajar del primer piso hasta la calle Daniel de la Sota donde estaban las oficinas del Banco y cobrarlo. Otra vez cuando tuve un "problemilla" con el bueno de Carolo, entrenador entonces del Pontevedrés, y éste me echaba del entrenamiento diciéndome "pásese mañana por el Club y hable con Saburido". Al día siguiente, esperando la gran bronca o temiéndome lo peor ─ pensaba que me iban a echar─ , recuerdo como Carlos me cogió del hombro y bajamos hasta la oficina "extraoficial" del Club, la Cafetería Beirut", que estaba enfrente de la casa granate, en la entrada del Cine Victoria y alli, tomándonos un par de cafés, comenzó a hablarme de lo que esperaban de mi, que era una gran promesa y que tenía mucho futuro en el Pontevedra. Al final salí de la reunión con la autoestima por los aires y queriéndome comer el mundo. Pena que no lo hiciera caso a Carlos Saburido y tan solo quedara en eso, una promesa. Se le echa de menos, por los menos tal como anda el rumbo de la entidad granate.
Carlos Saburido (izquierda) entregando un trofeo al jugador granate Gabriel (centro) en presencia de Rafa, hijo del que fuera gran fotógrafo pontevedrés Rafa Vázquez. |
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