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Lola, junto al "barman" Manolo y Andrés, el camarero, en la vieja barra del "Piti Bar". |
En 1968 dejamos la casa donde vivíamos en la calle San Sebastián y nos trasladamos hasta la de Monteleón, una rúa de tierra y piedras, muchas piedras, como todas las del barrio y que estaba una vez pasado uno de los puentes de "ferro" sobre la línea del ferrocarril del entonces "camino" del Paseo de Colón. Allí llegaron para vivir al entresuelo "C" Manolo el "barman" del "Piti Bar" y vecino del "Molino Nuevo" en la "Tablada" (el puente de la calle General Rubín sobre el Gafos), y su mujer, Lola, del arrabal de A Moureira. Vecinos de puerta, eran un matrimonio sin hijos, pero siempre rodeados de niños. Casi siempre merendábamos en su casa después de la salida del "cole" y allí veíamos aquél programa presentado por Pedro Meler que se llamaba
"La Casa del Reloj", allí nos juntábamos delante de aquélla televisión en blanco y negro un servidor junto a mi hermano Rafa y los, también hermanos, Alfonso y Kiko y la prima de éstos María Elena (la que tiene la tienda de disfraces en la Plaza del Teucro) y que eramos algunos de los niños del edificio "Monteleón" entonces, para ver el programa infantil que emitía televisión española a principios de los años setenta. Era Lola una mujer generosa. Procuraba llegar siempre a casa lo antes posible después de salir del colegio Cervantes para poder hacerle los recados a mi vecina ya que estaba enterado casi todo el barrio de que esta mujer daba buenas propinas. Gracias a ella compré mi primera caja de rotuladores "Carioca" en la Imprenta-Librería de Portela que estaba en la calle Michelena al lado del portal del fotógrafo Pintos y que tenían 12 colores, toda una joya de la época. Aún recuerdo los gritos que pegó la pobre mujer y de los que se enteraron en todo el edificio, cuando el jugador yugoslavo
Katalinski, después del rechace de Iribar, metió el gol que nos dejaba fuera del Mundial de Alemania del 74 y que nos jugábamos contra Yugoslavia a partido único en un campo neutral. Partido que vimos en su casa.
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Foto: Diario de Pontevedra. |
Manolo, un trotamundos del trabajo, cambadés de nacimiento, llegó a Pontevedra de niño para trabajar en la Panadería Carral junto a su padre que estaba detrás del Palacio de Justicia (hoy) Audiencia Provincial y que antes de entrar en el "Piti Bar" también hizo sus "pinitos" en la Sastrería de Anibal "La Gran Tijera" en la calle de la Oliva y, también, como empleado de Correos en el edificio de la calle García Camba. Después ingresaría en el servicio militar durante 3 años en Baiona para regresar ya como "barman" del "Piti Bar" (foto de la izquierda) que estaba en uno de los bajos del edificio que fuera gran Hotel Méndez Núñez en las primeras décadas del siglo XX y que albergaría años más tarde la central de la empresa de transportes "Castromil". Pasó Manolo veinte años de su vida en el "Pequeño Bar" de la Plaza de San José junto a los hermanos Matos y su cuñada Emilia, la cocinera. Después trabajaría como conserje de la vieja "Caja de Ahorros Provincial de Pontevedra" hasta su jubilación. Lola, desgraciadamente, ya hace algunos años que nos dejó y Manolo, la persona que resuelve todas mis dudas, sobre la "vieja Pontevedra" aún lo podemos ver por el barrio, de chiquiteo, con sus amigos todos los días. Dos personas que siempre estarán en mis recuerdos, pero sobre todo en mi corazón.
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Andrés junto a la "vieja" cafetera del bar. |
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El Hotel Méndez Núñez en la Plaza de San José y que albergaría en sus bajos al "Pequeño Bar" |
Me pregunto quien fue el animal que permitió desapareciese la fachada modernista de este edificio.
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