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La caseta de helados de Dimas no volverá a formar parte del entorno de la Herrería. (Foto: Pontevedra, o día que perdemos o mar". Años 80). |
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Dimas con Pedro Herrera, que además de
vender barquillos, golosinas y castañas también
hacía de fotógrafo. A la derecha un empleado de
"La Ibe". |
Forma parte de mis recuerdos. Dimas y el carrito de helados de "La Orensana" en verano, en Las Palmeras. Junto a Pedro Herrera, el barquillero, el "Matagusanos" y los fotógrafos minuteros son la estampa que conforman mi niñez. Ya no será lo mismo, el último de los heladeros de la Pontevedra ya no lo veremos más en la caseta que todos los años antes se colocaba en la entrada de la histórica Plaza de la Herrería. Y es que Dimas, el heladero de "La Orensana" ha decidido que ya es hora de descansar. Más de cuarenta años ininterrumpidamente acudía a la cita de todos los veranos con los pontevedreses en su puesto de venta de helados que ellos mismos hacían en la vivienda familiar de San Telmo.
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En su puesto de Las Palmeras, delante de VillaPilar y el Instituto. |
Oriundo de Ourense, Dimas llegó a Pontevedra en el "colo" de sus padres y junto a sus hermanos en 1925. Eran años difíciles y la venta ambulante de helados era lo que permitía sacar a la familia adelante: "En mi casa todos trabajábamos haciendos helados y galletas para que mi padre saliera por las calles y plazas de Pontevedra con el carrito. Se compraban los productos en el mercado viejo y las barras de hielo nos las traía una carreta tirada con una mula desde la lonja de Marín y que guardábamos en arcones de corcho. La sal nos la suministraba "Almacenes Carrascal" en la Moureira y ese binomio de hielo y sal hacía que el frio aguantara desde por la mañana hasta por la noche".
A partir de la década de los cuarenta, Dimas y su hermano Ricardo tuvieron que echarle una mano a su padre en el negocio ambulante y llegaron a tener cuatro carritos de helados: "Entonces había en Pontevedra sólo dos heladerías, la de los Ojea, "La Ibense" y nosotros, "La Orensana", y se nos podía ver, además de por las calles de la ciudad, por todas las fiestas de los alrededores, en Poio, en Marín, en Lérez y hasta en Sanxenxo donde teníamos que salir muy temprano ya que íbamos andando". Dimas alternaba "su puesto" de trabajo con el de su hermano y muchas veces le podíamos ver con el carrito en la entrada de la Herrería, esa Plaza tan llena de personajes como el citado Pedro, el castañero, Gelucho, María la del carrillo o Luis el limpiabotas y muchas veces se daba la circunstancia de poder ver a los dos hermanos con sus carritos y las máquinas de los castañeros bien entrado el otoño.
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En épocas de mucho "chollo" se podía ver a los dos hermanos, Dimas y Ricardo vendiendo en Las Palmeras, junto a la terraza del Blanco y Negro. En primer plano y con un helado en la mano, Severino. |
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Con su "flamante" Siata adaptada delante de la Piscina del Estadio de la Juventud. |
No había ningún reglamento que regulara bien la venta ambulante de helados, pero eso si, como bien dice Dimas: "Teníamos que ir de camisa y bien arreglados. Una vez un municipal me llamó la atención porque llevaba un botón desabrochado". A finales de los años sesenta se prohíbía definitivamente la venta de helados ambulante y fue cuando "Reyes Hermanos" llegó a un acuerdo con el y se montó la primera caseta de helados en la Herrería nada más comenzar los setenta donde, además de vender "sus" helados, también ponía a la venta los "apolos", "sandwiches", polos de limón y naranja y demás productos de Avidesa, "Eso sí, me tuve que hacer con una "Siata" adaptada con un frigorífico porque no iba a dejar de vender helados en la calle", dice Dimas y continúa: "Me costó 165.000 pesetas (Mil euros) y acabé de pagarla en cinco meses" "Con ella me iba todo el verano a vender delante de la puerta de la piscina pública del Estadio de la Juventud". Más adelante la caseta dejó de llamarse Avidesa y pasó a vender helados de Camy para definitivamente hasta la actualidad dar paso a los productos de Nestlé.
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Dimas, el último heladero de la Herrería. |
Más de cuarenta años lleva Dimas con su caseta en la Plaza de la Herrería y más de sesenta que se inició con su familia en el negocio de los helados en Pontevedra. Muchas, pero que muchas generaciones hemos comprado helados de "La Orensana" y, desgraciadamente, todo tiene su fin. He tenido la suerte muchas veces de charlar con el y sumergirnos en la nostalgia de nuestros recuerdos, de nuestra Pontevedra, pero como bien dice Dimas a sus 89 años le ha llegado el momento de descansar. Se lo merece y desde aqui mi más humilde homenaje a este buen hombre que forma parte de la verdadera historia de Pontevedra, la de nuestras gentes.
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